Boca Eliminado



“Sólo tres personas han silenciado el Maracaná. El Papa, Frank Sinatra y yo” comentó Alcides Gigghia luego de provocar el ruido mas potente de la historia. El silencio del Maracaná. En 1950, Brasil y Uruguay jugaban a ser campeones mundiales. Los locales ya habían desatado el carnaval, el universo también. La alegría era solo brasileña, pero Gigghia tenia otro tesitura en su piel. Cuentan que el uruguayo tomo el balón, lo amarro a su pie, cargo el cañón, y en un remate tierra-aire encontró el ángulo. Un puñal uruguayo, y una herida Brasileña. Su gol provoco suicidios en masa, y Uruguay era campeón del Mundo. Entonces, Brasil ardió entre las brazas de un festejo anticipado. Y aquel episodio, fue El Maracanazo.

En campo Xeneize, 59 años mas tarde, Defensor Sporting escribió en letras doradas su propia partitura, El Silencio de la Bombonera. Con 35.000 almas poseídas, con la pasión desatada, con el imperio del Rey inexpugnable, y con el testamento del éxito atravesando los vientos de la Rivera. Diego De Souza vivió en carnes propias su epopeya, marco un tanto apoteótico, y conoció cual es el sonido mas fuerte. La melodía del silencio.

Boca desnudo un presente traumático. Resolvió que el veneno corre por dentro. Que el equipo atónito de los fines de semana, es el mismo anémico que disputa la Copa. Que Boca, es este, no aquel que supo ser. Que los mitos ya no provoca escalofríos, que su campo no es un cementerio. Que esta tumbado. Que una ficha sin crédito saltó la banca, que solo restan migajas de aquel fútbol, y que tiempos de tormenta se avecinan. ¿Qué es el momento de un cambio? ¿Qué un ciclo a claudicado?

Porque el Imperio Xeneize ahora conoce el estruendo del silencio. Como Alcides Gigghia en el Maracaná, Diego de Souza hizo callar la Bombonera.

“No estábamos a la altura de las circunstancias. Hace rato que no andamos por el camino correcto. Es culpa nuestra, tal vez también del técnico (Carlos Ischia), es culpa de todos...No es bueno hablar en caliente” sentenció Martín Palermo en su primera reflexión. Boca lleno el tanque de gasolina hasta que explote. Y reventó ante Defensor. Expuso la sed de la impotencia en su estadio, con la corriente a favor, con el rival que eligió (se negó a enfrentar a San Luis por riesgos sanitarios), con la serie retrasada, con la ingeniera política en marcha, con todas sus vacas gordas en combate y en “su” Copa. Solo resta recordar, que es mejor quemarse que disolverse lentamente.

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