El Orden del Discurso

A 100 días del comienzo del campeonato del Mundo. El entrenador del seleccionado convoco a los micrófonos massmediaticos. En tertulias, Maradona es maniqueo en sus dichos, binario en su lógica, y un pésimo relaciones publicas de si mismo. Al momento de dar canto a su musa interior, el entrenador suele partir el lenguaje en dos, en un par de lados parcos de la misma moneda. Así, divorcia relaciones entre palabras y cosas; pero claro en SU oficio eso no es incoherencia, sino talento de orador. Foucault nos apuntaría que “el orden del discurso” maradoniano quiebra epistemes y desvanece fronteras. Pero sus paladines mediáticos argumentarían que se trata de un artista, no de un bufón.
"El ’86 ya quedó atrás, fue hermoso y casi heroico, pero hace veinticuatro años que Argentina no gana nada. Entonces quiero que mi equipo salga con el hambre que se necesita para salir campeón del mundo y que estos jugadores sean los nuevos héroes. Quiero algo nuevo, que no repitan más el gol con la mano de Maradona en el ’86 ni el gol de Kempes en el ’78.” Primer giro lingüístico en la retórica oficial, a dos días del partido de amigos frente Alemania, el primer sentido del relato esta en la fuerza del Olvido. La idea no es “modernizar” cuadros arcaicos, sino pintar nuevos tonos frescos y claros. Empero, al siguiente renglón, la fraseología del hombre volvió a su sitio, revanchista y chicanera, “nuestro objetivo es ser campeón del mundo -noble verdad-. La gente está de nuestro lado, nos apoyó. Para el periodismo vamos a salir últimos y eso nos da mucha fuerza, es algo parecido a lo que pasó en México y terminamos siendo primeros”, como se lee, el discurso historiza el presente, y en esa misma dinámica construye su base de sustentabilidad en “México” y “la gente”; se entiende que aquí la narrativa va en sentido contrario, la intención es recuperar el capital simbólico del pasado y estimular la “pasión libidinal” del espectador. Por último, al cierre de su confesión massmediatica, agregó:“la filosofía de mi equipo es la de la Selección de 1978 que dirigía Menotti y la de la de 1986 que conducía Bilardo”, aquí Maradona desarrolla toda una dialéctica de la contradicción, primero esfuerza los engranajes de la memoria, y en continuado, su lengua -en retorno inconsciente- olvida su propio reclamo de Olvido. Sin mas, el D10s omnisciente y "omniorador" murió. Como se sabe, lo mató el hombre que viste de entrenador.

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