Argentina 2-0. Triunfo y octavos. Equipo que gana y seduce; paciente y tocador y sereno; reloj de arena en mano, pasar, esperar, y luego percutir el Partenón griego. Demichelis a balón parado y Palermo, goleador de goleadores, cobrando derechos de autor. Bien las variantes: Burdisso sólido y férreo, Otamendi todo voluntad y pulmón, Clemente audaz y veloz; Bolatti pura elegancia y pulcritud, y Pastore un jugador con esmoquin. Agüero sutilísimo y Milito a contramano.
Comienza el Mundial. Próxima estación: Méjico, el primer mata-mata. Equipo duro pero no maduro, laborioso pero no talentoso; picante y solidario. Barnizado en defensa, sistemático en el medio campo, y poco pesado adelante. Experto en el laboratorio.

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