El fútbol y la Banalidad del Mal


La Banalidad de mal es la tesis que desarrollo prolíficamente la majestuosa Hannah Arendt. Por ello se entiende como la trivialización de la muerte, como una silbatina de disimulo frente a la atrocidad. Se expresa en obscenas naturalizaciones colectivas de darwinismo selvático, y en regresivas canalladas de lo social. En la actualidad, también el fútbol contempla la irrupción del absurdo banal y del desparpajo acumulado; que por ende lo gangrena en continuado. La mueca de ello se hace divisible en el quehacer diario de los dueños del espectaculo, y en ese basural en que se a convertido este suelo resquebrado. Se persive en la contaminación residual de la inmoralidad dirigencial y en los desechos millonarios. En la saliva massmediática y en la flema del referato.
Este estado de cosas es identificable con impureza omnilateral, con hostilidad imberbe, corrupción voluptuosa o violencia vaciadora; pero igualmente tales descripciones son cortas y angostas para tan ancha crueldad.
Por eso, el fútbol en general y el fútbol argentino en particular es, a hoy día, un desierto desarenado de ideas y hueco de talento. Y como tal, esta siendo machucado y saturado por el ácido sulfúrico del capital concentrado y los intereses infaustos. Y así, hace su aparición, sádica, asquerosa, y hasta maloliente, la banalidad del mal en el fútbol. Sin aviso ni indicio, sin posibilidad de creatividad abductiva, dejando como tal, borroneado y des-pintando el color de este bello arte.

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