No te vayas Fulbo


Jugar bien o hacerlo mal. Ser lírico o rustico. Pertenecer al codiciado grupo de los románticos, o hacer pie en el renegado pero fructífero sector de los pragmáticos y prácticos.
El deporte en nuestro país siempre tubo esas andanzas y discusiones. En la actualidad, cuando innegablemente todos, pero absolutamente all the teams juegan a “no perder”; y se ven resumidos por el pánico de sus responsables, esto ya no debería ser un tema.
Pero, igualmente reinan los cautelosos, los temerosos, y los cortadores de libertades; aquellos que piensan que desde el control y la reducción al mínimo de las condiciones creativas, de lo simultaneo, de las ocurrencias y de las decisiones impensadas de cual u otro súbdito, mantienen bajo vigilancia sus triunfos.
Esos mandan, aquel que se aferré a la estrategia y la táctica, a sus planes sobre un futuro planificado, pero poco imaginable; el director que considera que desde su tacto y control autoritario de sus dirigidos puede prevenir cualquier situación de caos sorpresivo.
De esta manera, ya no existen los rebeldes, los que encuentran espacios donde el fútbol los esconden, los que saben cuando avanzar y cuando retroceder, los que jamás se quedan quieto, los estafadores del engaño y los diferentes del espectáculo.
Los indisciplinados, y los que optan por pararse y pensar, para luego hacerla correr.

Un equipo puede estar formado por un alto coeficiente intelectual y orden, pero también debe tener una cuota interesante de creatividad. El fútbol, que desde sus inicios fue gambeta e individualismo, fue recortando las posibilidades de esos grandes dribbliadores creando triangululaciones, marcaciones y otras tantas limitaciones.

Ahora ya esta, el error o el objetivo, según quien los mire, están realizados.
No es cuestión de Belleza o no. Se trata de encontrar armonía y equilibro, encontrar coordinación que se complemente con solidaridad y liderazgo. Se debe buscar que aquel que se sabe habilidoso, ayude al que se esconde por ser poco dotado. En un equipo se debe dejar de lado el lucimiento personal, y ante poner el de mis pares; lo importante no es que buscamos, sino como lo encontramos, y lo mejor de llegar al máximo, es poder voltear hacia un lado y tener varios compañeros al lado.

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