Barcelona XXV
Cierta vez , en 1990 sobre el césped de Mestalla, Barcelona refinaba su figura entre los reyes. Hacia de su coral de fútbol divino, una realidad tangible y se apoderaba del trofeo mas antiguo de España. Aquella vez, cuenta la leyenda, de entre las cenizas renació el Barca. El cielo se teñía de azul y grana, y Cataluña abrazaba a Johan Cruyff como un dios en el Olimpo. El Barca, convenía el idealismo, en materia terrenal.
Era una Final de Copa, contra Real Madrid. Johan Cruyff, olía a cadáver antes de muerto, su marcha del club era inminente. La necrológica ya estaba escrita, y su dimisión era un hecho que no pasaría de madrugadas. "La última cruyffada", la llegó calificar un alto directivo que campeaba por el estadio con la carta de despido en el bolsillo. El fútbol de ensueño de Johan, tenia un sitio asegurado en las pesadillas blaugranas, y los trofeos no llegaban.
Ocurrió que el Barça ganó 2-0, con goles de Amor y Salinas Núñez. Y el entrenador holandés acabaría por renovar contrato. "No he conocido a nadie con la capacidad de Cruyff para revertir la situación más adversa y sobrevivir en el peor de los escenarios; por tanto, no se sabe qué habría pasado de haber perdido", advirtió uno de sus dirigidos. "Era evidente, en cualquier caso, que en juego había más que un título. Del partido dependían muchas cosas, en especial el modelo de fútbol que representaba Cruyff y en el que el club había invertido mucho dinero, futbolistas y esfuerzo".
Desde entonces, el universo rindió culto ante las constelaciones de Barcelona. El balón se transformo en su identidad, y el arte mas bello se practico en Camp Nou. La escultura era el majestuoso Dream Team. Desde aquel triunfo apoteótico: ocho Ligas, dos Copas de Europa y tres Copas del Rey.
“Si no levantamos nada, no habremos hecho nada", filoso Pep Guardiola, comentaba en un pasado no muy lejano. En hora buena, la cosecha comenzó. El suelo era fértil, y Barcelona tenia todas las de criar. La herencia de Cruyff, y la sublimación de aquel Dream Team, necesitaba (por deber) convertir su juego de Ángeles, en copas de humanos. De plata y oro. Las poesías con la pelota necesitaban hacer prosa con títulos en el museo. La sentencia: pasar de un fútbol de otro mundo, a galardones de esta tierra. La comunión catalana, rozo el pincel sobre la piedra y su deseo se hizo realidad. Barcelona Campeón de Copa Del Rey XXV.
En Mestalla, como hace 19 años, Barcelona comenzó a deslizar su cuerpo y alma sobre el paraíso, su paraíso. Barcelona, el Rey de España. La Biblia del fútbol.
Era una Final de Copa, contra Real Madrid. Johan Cruyff, olía a cadáver antes de muerto, su marcha del club era inminente. La necrológica ya estaba escrita, y su dimisión era un hecho que no pasaría de madrugadas. "La última cruyffada", la llegó calificar un alto directivo que campeaba por el estadio con la carta de despido en el bolsillo. El fútbol de ensueño de Johan, tenia un sitio asegurado en las pesadillas blaugranas, y los trofeos no llegaban.
Ocurrió que el Barça ganó 2-0, con goles de Amor y Salinas Núñez. Y el entrenador holandés acabaría por renovar contrato. "No he conocido a nadie con la capacidad de Cruyff para revertir la situación más adversa y sobrevivir en el peor de los escenarios; por tanto, no se sabe qué habría pasado de haber perdido", advirtió uno de sus dirigidos. "Era evidente, en cualquier caso, que en juego había más que un título. Del partido dependían muchas cosas, en especial el modelo de fútbol que representaba Cruyff y en el que el club había invertido mucho dinero, futbolistas y esfuerzo".
Desde entonces, el universo rindió culto ante las constelaciones de Barcelona. El balón se transformo en su identidad, y el arte mas bello se practico en Camp Nou. La escultura era el majestuoso Dream Team. Desde aquel triunfo apoteótico: ocho Ligas, dos Copas de Europa y tres Copas del Rey.
“Si no levantamos nada, no habremos hecho nada", filoso Pep Guardiola, comentaba en un pasado no muy lejano. En hora buena, la cosecha comenzó. El suelo era fértil, y Barcelona tenia todas las de criar. La herencia de Cruyff, y la sublimación de aquel Dream Team, necesitaba (por deber) convertir su juego de Ángeles, en copas de humanos. De plata y oro. Las poesías con la pelota necesitaban hacer prosa con títulos en el museo. La sentencia: pasar de un fútbol de otro mundo, a galardones de esta tierra. La comunión catalana, rozo el pincel sobre la piedra y su deseo se hizo realidad. Barcelona Campeón de Copa Del Rey XXV.
En Mestalla, como hace 19 años, Barcelona comenzó a deslizar su cuerpo y alma sobre el paraíso, su paraíso. Barcelona, el Rey de España. La Biblia del fútbol.
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