Gabriel Brazenas

Ya pasó algún tiempo. Es domingo, y la Promoción –guerra de pobres condenados por el Imperio – acapara la atención. La desafinada orquesta periodística dejó de tocar la pieza imperfecta del partido final. Huracán, no fue el ganador y no se trata de injusticia poética, sino de desamparo. Vélez, es el campeón, legitimo por su equilibrio colectivo y oficio, ilegitimo por su conquista revuelta. Pero, como sabemos, en el fútbol Argentino no existe tal Justicia, tal balanza que otorga galardones materiales al mejor. No se trata, según el idioma de Kant, de una pesada sintaxis metafísica. Ni de una transmutación monstruoso de lo positivo en lo negativo (ganadores invadidos por la duda). Se trata de una cuestión de imperativos mafiosos, en el fútbol Argentino la política arbitral es un obra de arte del nepotismo. Brazenas fue culpable, su error fue tal. Se equivoco, como lo pudo haber echo cualquier otro referí, o cual o tal trabajador en su profesión. Por Suerte, el fútbol no es cirugía, sino...
¿Es inocente Brazenas? Si. Pero , ¿Eso lo excede de culpa? No. ¿Es inocente el hombre cuando no sabe, o cuando comente un error sin preferencia subjetiva?, ¿un idiota que ocupa el trono esta libre de toda culpa solo por ser idiota?.
¿Es inocente Brazenas? Si. Pero , ¿Eso lo excede de culpa? No. ¿Es inocente el hombre cuando no sabe, o cuando comente un error sin preferencia subjetiva?, ¿un idiota que ocupa el trono esta libre de toda culpa solo por ser idiota?.
Comparémoslo con la extraordinaria historia de Sófocles, Edipo: un pastor (Jorge Romo) encontró al niño abandonado cuando era un lactante, se lo llevó a su rey Pólibo (Julio Grondona) y este lo educo. Cuando Edipo era ya adolescente, se cruzo en un camino de montañas con un hombre desconocido y surgió una disputa. Edipo mato al hombre. Mas tarde se caso con la Reina de Yocasta y se convirtió en señor de Tebas. El hombre a quien había matado era su padre y su esposa, su madre. Lo invadió la desgracia y sintió culpa. Se hirió los ojos con dos broches y, ciego, se marcho de Tebas para siempre.
No se trata, de que Brazenas se marche del arbitraje para siempre, menos, que se quite los ojos, sino de terminar con un vicio engañoso; Gabriel Brazenas es un monigote del Imperio, es culpable por su error vocacional, pero a la vez humanamente inocente por su accidente deportivo. Los autores de este régimen criminal (La AFA y el Colegio de Árbitros), no son los árbitros, sino que es propiedad exclusiva de sus gobernantes nefastos: Julio Grondona y Jorge Romo.
0 comentarios:
Publicar un comentario