Barcelona, el Nirvana del fútbol


Barcelona y Estudiantes jugaban a ser campeones del mundo. El universo en sus piernas y la galaxia en sus botas. En Abu Dabi, Europa frente a América. El idealismo blaugrana y el materialismo platense. Dos filosofías. Dos espíritus de muy distinta esencia. Dos equipazos.
De un lado, Barcelona. Estética trascendental al servicio del espectador. Fútbol romántico, noble, alegre y elegante. La octava maravilla del Mundo. Del otro, Estudiantes. Un león. Fuerza y músculo. El bilardismo en el pasto y la leyenda en la sangre. Un autentico partidazo

Ganó Barcelona. 2-1. Con agonía, con épica, y justicia poética. Triunfo apoteótico y record histórico. Seis de seis. Eterna inmortalidad catalana. Este Barca demostró que deontologismo y utilitarismo son dos principios conjugables. Y que entre el imperativo gustar y la finalidad de triunfar se puede diseñar un mismo libro.

De aquí en mas, el mito popular dirá que un tal Guardiola emulando a Empédocles amalgamo elementos de muy remota existencia para así consagra su obra maestra. Que Pep aunó el agua de Mileto: Puyol y Pique -necesidad a priorística ante cada victoria-. El aire de Anaximenes, Xavi e Iniesta -oxigeno y vida en la creación-. La tierra de Jenofanes, Ibrahimovic -técnica y fantasía-. Y el fuego de Heraclito, Lionel Messi -el mejor del planeta-. Porque es por ello, y por ellos, que el Barca materializó su amor platónico y brilló en su mediodía Neizcheneano.
Barcelona campeón de Liga, Copa del Rey, Supercopa de España, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. El Nirvana del fútbol.

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