Dickens, Maradona y Navidad.


Charles Dickens publicó en 1843 “Cuento de Navidad”. Los hilos del tiempo que se atan a los nudos del presente, y parten el tiempo en tres rayos de colores disímiles. En el canto navideño de Dickens resuena el eco de un futuro sombrío, desolado y misterioso.
Ebenezer Scrooge es el protagonista. Gruñón, egoísta, huraño, y algo avaro. Sombra y símbolo de una época de pesadumbre londinense. La trama: en noche buena, Scrooge recibe la inesperada visita de tres figuras fantasmagóricas. El primero es el espíritu de las navidades pasadas, sutil, puro y radiante.
El segundo espíritu es un tipo fuerte y fornido, que envejece entre días pálidos que ya son anteayeres. El tercero es la idea de un mañana desconocido e inescrutable. La inexorable carrera del tiempo y los bocetos del mañana dan forma a un espíritu negro con rasgos moribundos.
Scrooge avasallado por el torbellino de su vida comienza a horrorizarse y decide poner fin a su mezquina y solitaria existencia. El no muere, sino que recupera su conciencia quebrantada en tres planos angustiantes. Era un sueño. Todo fue una pesadilla. Y Scrooge despertó.

Diego Armando Maradona se encuentra en una situación similar a la del egoísta y gruñón protagonista de Dickens. ¡Oh lecciones de las letras! En esta ocasión no es un sueño, ni tampoco es arte de un engaño infraconciente. Ahora mismo, Maradona contempla con jubilo la magia del pasado y soporta, escalofriante, el tormentoso pasar de su presente; también, posiblemente, cual clarividente, avecine su futuro...

Ya pasó la Navidad, pero aún la melodía de Dickens penetra en el seleccionado, Maradona vive como Scrooge y él decide: despierta o duerme hasta el final.

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