Real Madrid fuera

Shakespeare, en El Mercader de Venecia, reflexiona sobre la condición humana, en boca de Shylock se pregunta: “si nos pincháis ¿no sangramos?”. Así, su pluma, y su genio encandilan las contraluces de su época. Su intención es plantear la cuestión de la universalidad del hombre. La horizontalidad total de la humanidad. ¡Río rojo que fluye de vida!
Neitzsche acotaría que tanto en la tierra como en el cielo, todos somos humanos, demasiado humanos.
Octavos de final de Copa de Europa. Real Madrid - Lyon. Veamos. El Madrid es un equipo Shakesperiano, fino, cínico, trágico; tan cómico como dramático. También es, si se quiere, el más grande artista de su era. Es rico, extenso, ancho y cuadrado. Casi divino. Casi exacto, casi santo, casi galáctico, pero también, ante todo, humano, y como tal, capaz de sangrar sí se pincha demasiado. Por eso, en el Bernabue, y frente a Olympique Lyon -equipo de espiritus duros y almas venturas- cayó y lloro, torcido y desnudo, tan bobo como llagoso. Fue 2-1, y, Lyon -modesto y molesto-, fajó al Madrid, lo dejó con pinta de necio y cuerpo de escuerzo. Por lo que, ahora, ya fuera de Europa, queda zanjada la cuestión...
En Chamartín, suelo de mitos y mortales, a pesar de estrellas y galácticos, a pesar de millones en verano, y por sobre todo, a pesar de Kaká, Florentino, y Cristiano, este Madrid es un equipo humano, demasiado humano; capaz de sangrar si se pincha demasiado

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